Tras el aclamado post sobre las madres en la literatura llega por fin esta esperada lista especialmente dedicada a los padres, que también tienen su corazoncito. La literatura, espejo de la realidad, nos ofrece modelos para imitar, para evitar o simplemente para reflexionar sobre eso de ser padre.
Ojo, este no es un texto sobre la paternidad en un sentido amplio, aunque por supuesto el tema está cerca; ni sobre los padres de los escritores (que en buena parte se las traían; por lo que se ve tener un padre de aúpa ayuda, o lo que sea, a escribir). Estos son unos padres de ficción, a algunos querrás parecerte, a otros no.
Abraham (La Biblia, s. VI a.C.)
Sin que nadie se ofenda por considerar La Biblia como literatura… No podía faltar Abraham en esta lista. Dios le bendecirá con un hijo, Isaac, tras muchos años de matrimonio con su esposa estéril; sin embargo, un buen día le ordena sacrificarlo. Abraham obedece, y su mano es detenida por Dios, complacido por su obediencia. Eran otros tiempos…
El ciego (El Lazarillo de Tormes, anónimo, 1554)
El verdadero padre de Lázaro se llama Tomé González, pero la figura masculina que lo cría realmente será la del ciego, su primer amo. Entre muchas desventuras y descalabros intercala una buena dosis de píldoras educativas que ayudarán mucho al muchacho a forjar su buen juicio. Uno de esos padres old school de “la vida es dura, chaval”.
Pedro Crespo (El alcalde de Zalamea, Calderón de la Barca, 1636)
A su paso por Zalamea, un capitán noble alojado en casa del rico campesino Crespo ultraja a su hija. Rechaza la propuesta de Crespo (casarse con ella) por su baja condición. Crespo, elegido alcalde entretanto, prende y ajusticia al capitán, acto ilegal que el rey, sin embargo, refrenda. El prototipo de padre que antepone la honra familiar a la ley.
Víctor Frankenstein (Frankenstein, Shelley, 1818)
No podía faltar esta figura que oscila entre la de padre y demiurgo (aunque no sea literalmente ninguna de las dos). Víctor Frankenstein es un joven médico suizo con la ocurrencia de animar un cuerpo inerte. Lo consigue con la bestia que todos conocemos, de la que luego se desentiende totalmente, con resultados trágicos. Todo un padrazo, vaya.
Tarás Bulba (Tarás Bulba, Gogol, 1836)
Tarás es un cosaco ruso de esos recios, recios. Cuando sus dos hijos vuelven de sus estudios se embarcan los tres en un viaje épico para combatir contra la opresión polaca, con trágicos resultados. El perfecto ejemplo de padre fuerte y poderoso, de espíritu libre y expansivo, que anima a sus hijos a hacer lo que considera correcto a toda costa.
Señor Samsa (La metamorfosis, Kafka, 1915)
Gregorio amanece un día convertido en un gran insecto. Su padre, dominante, pragmático y perezoso, lo arrincona en su cuarto a bastonazos. Pronto odiará al hijo por los cambios que trae su transformación, y una nueva agresión causará a la larga la muerte de Gregorio. Una trasposición del padre real de Kafka, con el que no se llevaba nada bien (ver su Carta al Padre).
Pedro Páramo (Pedro Páramo, Rulfo, 1955)
Juan Preciado jura a su madre moribunda volver al pueblo de Comala y reclamar a su padre lo que le pertenece. Este padre, Pedro Páramo, es un hombre polifacético, poderoso, en ciertos momentos cruel y en otros cándidamente enamorado que no llega a encontrar. Esta compleja novela es una de las cimas de la literatura hispanoamericana.
Atticus Finch (Matar a un ruiseñor, Lee, 1960)
Ya hablamos de este personaje por la adaptación cinematográfica de esta novela, pero tenía que volver a aparecer este devoto padre viuda de dos niños y honrado abogado (sí, amigos, es una novela de ficción). Entre lección moral y lección moral, Finch defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Y eso en el sur profundo estadounidense en plena postdepresión…
Sin nombre (La invención de la soledad, Auster, 1982)
Una (grandísima) novela con dos partes muy diferenciadas. En la primera, el autor nos habla de su padre, recién fallecido, en clave autobiográfica, mientras pone orden en sus pertenencias. Busca en una lejana tragedia el origen del carácter frío y distante de este hacia él. Un análisis “desde dentro” de la figura del padre pero sin maniqueísmos.
Gabriel Santoro (Los informantes, Vásquez, 2004)
Un periodista colombiano nos cuenta cómo su padre, miembro de la Corte Suprema de Justicia, pierde su reputación al saberse (es su joven amante quien da la información en un programa de la tele) que delató a un amigo durante la Segunda Guerra Mundial. Una bella y trabajada historia sobre lo que los padres parecen ser y son realmente.