Ni los más antiguos del lugar recuerdan haber deletreado en la escuela. Esto no es América, donde estamos hartos de ver (a través de series, películas y demás) esos concursos del famoso spelling que alcanzan rango nacional; no sé cómo será el desempeño académico de esos gloriosos vencedores de la Superbowl de las Letras…
En América Latina, seguramente por la influencia del vecino de arriba, también hay cierta tradición en esto del deletreo. En España habría que remontarse a manuales del siglo XIX para encontrarlo. No vamos a abrir aquí un debate, pero el caso es que habiendo como hay tanto padre alarmado con las capacidades lectoras de su progenie (que me consta), cualquier ayuda es poca.
El deletreo, por lo que tiene de memorístico y poco aplicado, seguramente tenga poco valor en los currículos actuales. No obstante, es indiscutible que familiarizarse con la correcta ortografía de las palabras (que de eso se trata) no puede ser malo, además de desarrollar la conciencia fonológica y facilitar la comprensión fonográfica del idioma hablado.
En español tiene su intríngulis
Por otra parte, es cierto que no siendo esto los Esteits ni la Gran Bretaña, donde cualquier parecido entre lo que se dice y lo que se escribe es pura coincidencia, no nos haría tanta falta… ¡Error! ¿Acaso la /c/ y la /g/ no nos plantean problemas, conchabadas con la /s/, la /z/ y la /j/ según de qué vocal se acompañen? ¿Y la /h/? Por no hablar de /b/ y /v/ o de /ll/ e /y/.
Así que no vamos a decir que hay que poner a los niños a deletrear como si no hubiera un mañana, que a ciencia cierta muchas mejores cosas se pueden hacer con el tiempo que pasan en los colegios, pero no quita que el deletreo pueda ayudar a leer y escribir mejor a nuestros hijos. Daño no les va a hacer, ¿no?
A las ventajas antes mencionadas respecto a ortografía, fonología y fonografía, suele añadirse que el vocabulario de los niños que practican el deletreo con frecuencia aumenta. Puede ser que deletrear palabras poco habituales ayude a memorizarlas e incorporarlas en nuestro vocabulario, pero si ese es tu objetivo, mejor leer un buen puñado de libros que poner a los niños a desmenuzar palabras, francamente.
Deletreo oral y deletreo escrito
Como podrás imaginarte hay una masa ingente de ejercicios relacionados con el deletreo. Aquellos orientados al “deletreo por escrito” van desde rellenar huecos en una palabra hasta ordenar letras para formar la palabra que aparece representada en el dibujo. La gente de Orientación Andújar tiene una excelente selección a la que te remitimos.
Pero el deletreo de verdad, el que mola, es el deletreo oral. Es el que obliga a representar la palabra en la cabeza, fragmentarla en sus más pequeñas partes y asociar los sonidos (fonemas) a las letras (grafemas) adecuadas. Y todo ello con la estimulante presión añadida del tiempo real. Y la verdad es que el modelo competición es el más estimulante para ello.
Se puede jugar de forma individual o por equipos. Lo suyo es empezar por palabras cortas de unas 6 letras, e ir aumentando progresivamente su tamaño. Puede decirse la palabra de viva voz para que el niño la deletree, o bien escribirla en secreto para que el niño la deletree y los miembros de su equipo la adivinen.
Pronto los propios chavales empezarán a pedir que la cosa se complique y la dificultad aumente, hasta que llegue un momento en el que posiblemente tengas que tirar de diccionario para encontrar palabras reales, largas y un poco complicadas desde el punto de vista del deletreo (haches intercaladas, b-v, cosas así). Te sorprenderá la destreza que pueden llegar a desarrollar los niños con estos juegos.
Fuentes: Beneficios del deletreo | Abc.es Juegos de deletreo para niños | Geniolandia