En torno a los 6 años se inicia la escolarización en primaria, un momento clave para nuestros hijos en cuanto a aprendizaje y socialización se refiere.
Llega la primaria, la escuela de verdad. Aunque somos conscientes de que en etapas anteriores estaban aprendiendo, y mucho, ahora es cuando esperamos que nuestros hijos desarrollen competencias de todo tipo que les servirán para su futuro. Cualquier ayuda es poca. ¿Quieres saber cuáles son los puntos fundamentales en los que le puedes ayudar?
En este punto, tu hijo está en un momento “dulce”. Ya ha entendido que es una persona y hay todo un mundo exterior que incluye otras personas (aparte de mamá y papá) y unas normas. Tiene una psicomotricidad plenamente desarrollada. Tiene un pensamiento sobre lo inmediato pero empieza a ser capaz de realizar abstracciones. Entiende las relaciones emocionales, la empatía y la imitación son sus herramientas básicas para ello.
La entrada en la escuela es un momento temido por muchos padres y con razón: es un cambio fundamental que puede “descolocar” al niño: ya no es el centro de atención de una autoridad protectora, sino uno más entre iguales bajo una autoridad “externa”, por así decir. No obstante, la mayoría de niños lo llevan bien y tras algunos ajustes este periodo es muy positivo para el niño, ya que en el futuro tendrá que vivir en sociedad en contextos similares.
Los padres educan, el maestro enseña
Los padres son los verdaderos responsables de la educación de sus hijos, no sus maestros; no obstante, no tienen que enseñarles lo mismo.
Está bien preocuparse por los contenidos “académicos” y la estimulación intelectual de tu hijo, pero tu papel fundamental como madre o padre es crear o afianzar una serie de elementos básicos en su formación (en un sentido amplio). Les estarás dando no los contenidos (de eso se encarga el maestro), sino los cimientos para que puedan aprovechar el largo proceso de aprendizaje que tienen por delante.
¿Cuáles son esos cimientos sobre los que tus hijos construirán su formación como personas? Estos serían los cinco elementos básicos de la educación de tus hijos:
1. Sentidos. En torno a los seis años los niños entienden lo concreto, lo que pueden sentir. Es muy importante ayudarlos a identificar esas sensaciones y afinarlas, ejercitando los cinco sentidos juntos y por separado, ya que son nuestras ventanas a la realidad externa a nosotros.
2. Imaginación. La imaginación es la gran arma de los niños para aprender, para hacer trabajar todos los recursos de la mente y el espíritu, le permite dar el tremendo paso de “lo que es” a “lo que no es” y “lo que podría ser”. ¡Acompáñalo en sus especulaciones!
3. Carácter. Es el elemento que suele verse como más propio de la educación familiar, y también el más complicado. No podemos dejar de recomendar equilibrio y sentido común: el amor es la pieza fundamental (junto con el respeto y el apoyo), pero debe acompañarse de normas (pocas y claras).
4. Hábitos. Establecer rutinas (para comer o acostarse), separar horas y espacios de estudio y de juegos, vestirse solo, comer en la mesa, prepararse la mochila… ayudarán a tu hijo en su aprendizaje potenciando su autonomía y la autodisciplina.
5. Valores. Es el momento perfecto para darle a tu hijo una buena brújula para que no se pierda, ahora que sale al mundo y va a ver otras formas de ser y de comportarse. ¿Qué es lo correcto y lo incorrecto? Mejor educar con el ejemplo y usar indicaciones prácticas, la teoría llegará luego.
Estos cinco elementos son los ámbitos en los que todos deberíamos trabajar. Si son estables y están bien interiorizados, nuestros hijos lo tendrán mucho más fácil no sólo en la escuela, sino en la vida en general. Eso sí, no es un trabajo de un día, sino un proceso largo y duro que tendrá sus altibajos. No te desanimes, poco a poco será más fácil. Y si además quieres participar más activamente en la educación de tu hijos, ¡mejor que mejor!