Tengo un amigo feminista que ejerce como tal con un buen blog que de vez en cuando me da que pensar. Me acordaba de él ayer al oír por millonésima vez a un padre (con la mejor intención del mundo, lo sé de buena tinta) consolado a su hijo de siete años tras una caída en el parque con la frase “venga, machote, que los niños no lloran”.
Pues hombre, digo yo que tendrán que llorar, como todo el mundo. Por muy macho que sea. Pero entiendo y asumo que no es tarea fácil para los hombres y mujeres de mi generación criar a sus hijos e hijas en la igualdad, por muy buenas intenciones que se tengan. Al fin y al cabo, hemos sido criados en una cultura que es como es (y que podía ser peor, como vemos en este interesante estudio comparado de igualdad en varias ciudades europeas)…
La puesta en cuestión de los roles tradicionales de género está abierta y tiene muchos puntos de vista, pero todos o casi todos estaremos de acuerdo en que ciertos rasgos de nuestra sociedad relacionados con el género, como la brecha salarial o la habitual posición subalterna de la mujer, han de ser erradicados sí o sí. Una crianza igualitaria es sin duda la pieza clave para conseguirlo.
La comprometida situación de las madres (y los padres)
Hay numerosas publicaciones en internet dando consejos acerca de cómo hacerlo. Si lo que buscas son eso, consejos, te remitimos a ellas. No creemos necesario tener que decir todavía cosas como que hay que repartir las tareas caseras. Aquí queremos más bien reflexionar acerca de las dificultades que encuentran padres y madres para criar a sus hijos de forma igualitaria, muchas veces contra viento y marea (su propia educación y su entorno social).
Hay que partir de la difícil posición de la mujer moderna, atrapada entre los roles de madre y trabajadora (entre otros), para entender su dilema. No menos compleja es la posición del padre, al que se le exige un nuevo papel como padre que va contra buena parte de la educación adquirida en su propia crianza. No es fácil dar ejemplo con estas condiciones de salida.
¿Y los hijos (e hijas)? Aunque la educación procedente de la familia es básica, no podemos olvidar todos los factores externos que influyen en su crianza, desde los amigos a la televisión, pasando por la escuela. No exime a los padres (y madres) de responsabilidad, pero debemos asumir su existencia para saber gestionar su influencia lo mejor posible.
Hacia una nueva interpretación del género
Más o menos todos somos conscientes de los estereotipos masculinos y femeninos en cuanto a juguetes o ropa se refiere, instrumentalizados y reforzados activamente por las empresas del ramo y los medios. Más importante que torcer el gesto si la abuela regala una cocinita a la niña y un camión al niño es saber gestionar los valores y roles tradicionales a los que se asocian estos juguetes.
O sea, que no por jugar con una cocinita hay que asumir que ese niño o niña tenga que convertir ese juego en su ocupación exclusiva en el futuro, ni que ello implique asumir los valores tradicionales de la mujer. Ni al revés; que nuestro hijo o hija juegue con un camión no ha de hacerlo más masculino/a o femenino/a.
Este texto quiere ser también una llamada a hacer un esfuerzo para revisar nuestros propios criterios de masculinidad y feminidad. A dejar de intentar enmarcar a los demás, a nuestros hijos y a nosotros mismos en los modelos sociales de lo que se supone que debe ser un hombre y una mujer. Esta enorme tarea se realiza a base de prácticas diminutas en nuestro día a día.
La educación igualitaria se enmarca en realidad en un concepto más amplio de educación respetuosa hacia dentro (o sea, de nosotros, los responsables como padres, hacia el niño) y hacia fuera (del niño hacia los demás). En resumen, trata a tus hijos y que tus hijos traten a los demás sin importar su género ni su sexo, y tendremos mucho camino andado.
Fuentes:
How to foster gender equality | ILS Learning Corner Igualdad de género en la crianza | Articulando